sábado, 4 de abril de 2020

PROPUESTA DE MEDITACIÓN. SENTADA 2.

(MUY IMPORTANTE: PROPUESTA DE MEDITACIÓN SÓLO PARA AQUELLOS QUE QUIERAN REALIZARLA. NO ES TAREA DEL COLEGIO. NO ES OBLIGATORIO)



Los que hacéis habitualmente algún ejercicio físico me entenderéis. Y los que lo habéis intentado en innumerables ocasiones y siempre habéis terminado por abandonar, también me entenderéis.  

Los primeros, los gimnastas, han experimentado por sí mismos que el cuerpo es muy agradecido. Superado un primer periodo de adaptación al ejercicio físico exigente, los músculos y los tendones, los ligamentos y hasta los huesos empiezan a responder correctamente. Los pulmones comienzan a ser capaces de bombear todo el oxígenos que nuestras esforzadas células requieren y el corazón se adapta a las nuevas exigencias. Como una maquinaria, el cuerpo parece autoengrasarse y comenzamos a disfrutar de los esfuerzos que, tan sólo unas semanas o meses atrás, nos mortificaban.

Los segundos, aquellos que habéis probado uno y mil deportes, os habéis apuntado a gimnasios, habéis hecho planes de rutinas gimnásticas y siempre habéis abandonado en medio de una sensación de derrota de la que os ha costado recuperaros, sabéis que las cosas cuestan y que nuestro peor enemigo es nuestra propia cabeza que nos dice: para, ya está bien, no tienes necesidad.

Bien, el interior, nuestro interior, nuestra profundidad, es igual. Comenzar a meditar, al principio, si uno tiene ganas, es como un deslumbramiento. Uno empieza parando cinco, diez, quince minutos y se crece. ¡Qué bien me siento! Pero, ay, la rutina, el mantenimiento de un hábito una semana detrás de otra, de un mes detrás de otro, de un año detrás de otro es una historia diferente
Probamos con meditación, yoga, mindfullness... Al principio todo parece ir bien, pero llega un momento en que nuestro interior, como el cuerpo cuando empezamos a hacer gimnasia, se queja. Nuestra mente desea que la dejemos en paz con sus rutinas de prisas, experiencias, sueños, frustraciones. Está, por así decirlo, cómodamente instalada en la incomodidad. Parece un juego de palabras, pero no lo es. Como esas personas que sólo parecen ser felices siendo infelices, así es nuestra mente ajetreada.

Y aquí no hay aplicaciones de móvil ni complementos alimenticios que nos ayuden. Cuando tu mente te diga para, debes imponerte sobre ella. Calla. Respira. Vuelve al silencio interno y externo. Vence.

POSTURA, RESPIRACIÓN Y SILENCIO.


Buen camino.




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