viernes, 27 de marzo de 2020

ANTES, DURANTE Y DESPUÉS DEL COVID-19



Parece obvio, ¿no? Lo es: hubo un antes, hay un durante y habrá un después de este episodio trascendental -históricamente- que nos asola. No es, pues, un hecho más. Si bien es cierto que habrá vida una vez que pase, posiblemente estemos ante un punto de inflexión para muchos aspectos de nuestra vida.
Supongo que, sanitariamente, saldremos de ésta como hemos salido de otras pandemias a lo largo de la historia -gripe de 1918, peste negra-. Lo que hace siglos nos mataba como especie, hoy no pasa de unos días de cama y reposo en la mayoría de los casos. Pero no soy médico, ni virólogo, ni inmunólogo. No voy a hablar de lo que no sé.
Lo que sí voy a intentar es enfocar el escenario que se nos presenta desde os conocimientos económicos que compartimos ya. Incluso, voy a intentar hacerle un guiño a la Física y a la Filosofía. No parece pequeño, pues, el empeño.


ANTES.

La economía española adolece de una estructura demasiado terciarizada. Una parte muy importante de nuestro PIB procede del turismo y del consumo interior.  Poca industria -menos de la mitad de lo que nos debería corresponder por nuestro grado de desarrollo- y poca agricultura -esa sí, como corresponde a un país como el nuestro, dentro de la UE-.
Esta dependencia del turismo y del consumo interior, de la hostelería y de la construcción, ya nos dio muchos problemas cuando sufrimos la última crisis. Las obras pararon, las hipotecas se dejaron de pagar, los obreros se fueron a la calle, el miedo cundió por doquier y el consumo se retrajo. Más gastos y menos ingresos para las administraciones públicas. Recortes. Indignación. Cambio político.
Las huestes de la "clase media" -aquellos que pueden procurarse una vivienda en propiedad, algo de ahorro e inversión y gasto- se vieron severamente mermadas. Del agujero salieron menos de los que entraron y, desde luego, más pobres. Además, se encontraron que, tras el lapso 2008-2015, el mercado de trabajo no era igual que años atrás. La "uberización" había llegado para instalarse: falsos autónomos, contratos temporales y salarios a la baja con los cuales era ya imposible llegar a fin de mes manteniendo el nivel de vida previo a la crisis.
Encima, además de más pobres, de este septenio largo salimos más viejos. La pirámide de población española es suicida. No somos capaces de reponernos a nosotros mismos. Y envejecemos como sociedad. Los primeros del Baby Boom están a las puertas de la jubilación y no hay manera de pagarles con las cotizaciones sociales actuales de los que trabajamos -mucho más difícil de hacer será con las cotizaciones de los que vienen detrás-.
Los jubilados son más, viven más años y cobran un salario medio mayor que hace una década. Y esto último ocurre porque las últimas generaciones que están llegando a la jubilación han cotizado por sueldos más altos que los de hace décadas. Y a más cotización, más pensión.
Por último, España se ha dotado de una estructura administrativa pública con tres y hasta cuatro niveles -municipal, provincial, autonómica y estatal-. Esto ha tenido -y tiene- muchísimas ventajas, pero también algunos inconvenientes. Y estos inconvenientes se traducen en gasto público.
En resumen de todo lo descrito anteriormente: sale más y entra menos en las arcas públicas. Déficit público y más intereses que pagar.

DURANTE

Y en medio de estos polvos llegaron estos lodos. Todo iba saliendo adelante de aquella manera, con sus problemas y sus parches, hasta que llegó el COVID-19. Mascarillas, guantes, contagios, hospitales, UCIs, colapso, confinamiento. Y confinamiento es sinónimo de parálisis económica.
Turismo cero, consumo bajo mínimos y de supervivencia y sectores  enteros sin facturar un solo euro. Entre ellos, los sufridos autónomos.
ERTEs, suspensión de pagos de alquileres y préstamos. Cierres. Paro repentino de más de un millón de trabajadores.
La bolsa reaccionó, cómo no: las órdenes de venta se fueron a infinito y las de compra a cero. Como consecuencia, los precios se desplomaron.
Europa reaccionó. El Banco Central Europeo -y ahora la Reserva Federal de EEUU- permitieron el gasto sin medida de los estados miembros.
Y, entre otras cosas, para ello, le han dado a "la máquina de hacer dinero" para conceder préstamos a coste casi cero. El mercado necesita liquidez porque el Flujo Circular de la Renta se ha infartado. No fluye el dinero, el sistema circulatorio no riega a los agentes económicos ni los dos mercados.
Y, en medio de este caos, suceden cosas extrañas como que el precio del petróleo se desploma porque la oferta amenaza con colmar los depósitos de crudo disponibles, que China está comprando a precios irrisorios ese petróleo -¡y en yuanes, no en dólares!...
Resumiendo muy mucho, la cadena comercial de este mundo globalizado ha saltado por los aires. No trade, no money.

EL DESPUÉS.

Todos hemos estudiado las cosmovisiones científicas de la realidad.
Con la brocha gorda de pintar, sintetizo y recuerdo algo que me interesa mucho para relacionarlo con el tema de la globalización que acabamos de terminar.
¿Recordáis que la Física dio un salto cuantitativo y cualitativo a finales del S.XVII con la Teoría de la Gravitación Universal de Isaac Newton? Bajo el potente haz de luz que emanaba de esta teoría, el ser humano podía comprender las principales leyes que regían el comportamiento de los cuerpos.
Pero, ay, Albert Einstein formula a principios del S.XX una teoría que viene a puntualizar y modificar estas leyes que se creían universales. Una cuarta dimensión entra a formar parte de la ecuación -el tiempo- y...cuadrivelocidad, tensores. El espacio y el tiempo son relativos: dependen del sistema en que se integren y de la velocidad de éste. Y, además, el espacio no es recto, sino curvo.
En resumen: las teorías de Newton son sólo aplicables a pequeña escala, no a escala de macrocosmos. Sólo se aplican a lo que percibimos por los sentidos.
Y es aquí donde conectamos con la globalización -es sólo una hipótesis, claro: ni hay tesis ni va a haber antítesis. Puede que no pase, pues, de una mera ocurrencia- . ¿No podría ser que las leyes económicas que hemos estudiado hasta el momento no tengan la misma aplicación en un mercado macro -globalizado- que cuando fueron formuladas -en economías de escala comprensible-? Por ello estarían sucediendo cosas incomprensibles para nuestra razón, como que los tipos de interés o la deuda de los países, ¡o incluso el precio del petróleo a futuros!, se vuelvan negativos. Esto, simplemente, es irracional, pero sucede. Y el hecho de que no logremos meterlo dentro de nuestro esquema mental implica que obedece a reglas no abarcables por el inversor común. Y si no se comprende, el mercado puede caer totalmente en manos de quienes sí poseen las herramientas adecuadas para manejarse en este nuevo escenario.
Ya os digo que no pasa de una mera hipótesis que ni sé, ni puedo, ni voy a contrastar. Sólo puedo esperar a que el tiempo me desdiga -que espero que sí-, pero mientras tanto me entretengo relacionando aspectos aparentemente no conectados del conocimiento humano.

Como diría Woody Allen: me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida.


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