El tiempo no es oro, no vale nada. El tiempo es vida.
La frase no es mía, es de José Luis Sampedro, escritor, economista, autor de las impagables novelas El río que nos lleva o La sonrisa etrusca.
La frase no es mía y la idea, tal vez, tampoco fuese suya. O sí. Porque lo que la cita esconde es la necesidad, la urgencia, de desmercantilizar la vida, las cosas que deben ser hermosas y, por tanto, gratuitas.
¿Un espacio de economía para desmercantilizar? Claro. Porque la economía debería ser una herramienta al servicio del hombre y así debería estudiarse. No al revés. Los números fueron creados por los hombres para mejorar su vida, no para empeorarla.
Nace, pues, sin más pretensiones, este cajón desastre económico. Quien más tenga, que más ponga.
DIGO VIVIR
Porque vivir se ha puesto al rojo vivo.
(Siempre la sangre, oh Dios, fue colorada.)
Digo vivir, vivir como si nada
hubiese de quedar de lo que escribo.
Porque escribir es viento fugitivo,
y publicar, columna arrinconada.
Digo vivir, vivir a pulso, airada-
mente morir, citar desde el estribo.
Vuelvo a la vida con mi muerte al hombro,
abominando cuanto he escrito: escombro
del hombre aquel que fui cuando callaba.
Ahora vuelvo a mi ser, torno a mi obra
más inmortal: aquella fiesta brava
del vivir y el morir. Lo demás sobra.
(Siempre la sangre, oh Dios, fue colorada.)
Digo vivir, vivir como si nada
hubiese de quedar de lo que escribo.
Porque escribir es viento fugitivo,
y publicar, columna arrinconada.
Digo vivir, vivir a pulso, airada-
mente morir, citar desde el estribo.
Vuelvo a la vida con mi muerte al hombro,
abominando cuanto he escrito: escombro
del hombre aquel que fui cuando callaba.
Ahora vuelvo a mi ser, torno a mi obra
más inmortal: aquella fiesta brava
del vivir y el morir. Lo demás sobra.
Blas de Otero.